Medalla de oro a la perseverancia

Por:
Lic. Betiana Tolaba
Coordinadora de Desarrollo Social
Fundación Ciudadanos del Mundo



Hoy sentada en mi escritorio recuerdo que un viernes veinticinco de julio llegaste Miguel como uno más de esas tantas entrevistas, me acuerdo que te acercaste tímido y callado, no levantabas tu mirada, solo contestabas a lo que se te indagaba.


Sin regalar sonrisa relatabas tu llegada al país, no teniendo noción del día ni la hora, sólo venías con esperanza. La calle te hizo fuerte es así como aprendiste de ella, quizás por eso te costo dejarla. Sólo tú sabes lo que es no tener un plato de comida caliente y un abrigo para pasar el frío.


Luego de varios meses decidiste volver a tu país, y lo manifestaste en la Fundación y en tantas instituciones que conocías, de ahí en más se da un vuelco en la intervención. Se decidió entonces, que el Consulado se hiciera cargo de ti como compatriota, como es debido, se elevó tantos informes y llamados necesarios para dar a conocer tu caso.


Desde aquel momento nunca dejaste de asistir a la Fundación, aquella que te acobijo en tus días de tristeza, en tus días de ira y en tus días de alegría.

Alegría que llegó cuando supiste que pronto ibas a viajar, a reencontrarte con tu familia, no sabiendo quizás porque te alejaste de ella. Por eso, ante tu inminente partida solías esperar todos los días sentado al lado de la puerta de la Fundación esperando respuesta. Desde entonces no descansaste, venias por la mañana temprano o bien por la tarde, pero siempre llegabas.


Y hoy me doy cuenta que no fuiste uno más de esas tantas entrevistas, fuiste especial. Luego de unos largos cinco meses de espera tienes hoy tu medalla de oro, y es a la “Perseverancia”. No olvidaré esa sonrisa discreta que me cediste al partir, y se que tampoco olvidarás tu aventura dejada aquí.


Quizás me siga preguntando en lo que me has dicho:

¿Habrás venido en bicicleta?

¿Habrás venido caminando?

¡Pero que importa como hayas llegado!

Sólo Dios sabe lo que has logrado.


Se agradece a:


Gabriela Callero, Trabajadora Social, del Hogar Monseñor Albisetti

María de los Ángeles, Médica Psiquiatra, del Hospital Torcuato de Alvear

Consulado Ecuatoriano

Y a todo el equipo de la Fundación Ciudadanos del Mundo, quien hizo posible un sueño más, el sueño de un Ciudadano.

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